¡Alégrate! Porque Dios va a hacer grandes cosas. En medio de un momento difícil podemos caer en frustración, desesperación, miedo o en terror, pero la Palabra de Dios nos enseña qué debemos hacer al atravesar por estos momentos, nos dice: “Hay que clamar a Dios, buscar su rostro, y estar seguros de que Él hará algo en medio de la crisis”.

Mantén tu esperanza. En medio de la prueba no es normal tener gozo y paz, pero ese momento es oportuno para que seamos llenos de estos dos grandes atributos de Dios.

Este no es el final. La Iglesia del Señor ha atravesado por muchas circunstancias adversas, recordemos que son más de 2000 años sufriendo persecuciones, pero ella siempre se ha levantado victoriosa frente a las adversidades.

Persistiendo en la oración. Persistencia o perseverancia traduce “apasionado por algo o alguien”. Debemos entender que la oración debe ser una actitud constante en el creyente, no debe hacerse solamente en determinado día.

Orando como Jesús. Entrar en pánico no es pecado, pero persistir en él si lo es. El pánico le impide a una persona creer, ejercer fe, y mantenerse sobrio, ecuánime y racional en sus pensamientos, lo que puede afectar la salud, las decisiones, y finalmente, a su familia.

Debemos entender que fuimos llamados a pertenecer en cualquier circunstancia que venga a nuestra vida, en el mundo espiritual al cual pertenecemos.

El lugar de la aflicción es el lugar de nuestra bendición. Dios no nos puede dar grandeza afuera si primero no tenemos grandeza dentro.

Esa unción nos equipa, es una investidura de poder que nos habilita para funcionar en la gracia espiritual que Dios nos da como sus hijos.

Hay un tipo de oración que llega al Cielo. Debemos saber que nuestra lucha no es contra carne y sangre.

Tenemos un Dios grande, por eso lo predicamos, anunciamos, servimos y le amamos profundamente. Nuestro Dios es tan grande que no tiene límites de descripción, según la Biblia es Todopoderoso.