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Combatiendo al Enemigo

Pastor Jesús Hernandez,

Domingo 10 de Septiembre de 2023.

 

“para que Satanás no gane ventaja alguna sobre nosotros; pues no ignoramos sus maquinaciones” – 2 Corintios 2:11 (RV 1960).

Debemos estudiar al enemigo, a fin de poder estar preparados para una batalla espiritual. Como cristianos no debemos ignorar las maquinaciones o planes que satanás orquesta en contra de un hijo de Dios, por ello cada uno debe identificar quien es realmente su enemigo, su forma de ataque y su forma de trabajar.

La mayoría de las veces tales cosas se manifiestan por medio de lo oculto, de la brujería y la hechicería, pero también logra infiltrarse dentro de las iglesias, sin importar cual persona tome como un canal para ejecutar este tipo de actos. No debemos ignorar que la hechicería y este tipo de acciones no comienzan con una vestimenta o un ritual sino desde el deseo que querer dominar a alguien con astucia y manipulación para que la voluntad del otro sea doblegada.

En este tiempo, el enemigo está trabajando mucho a través de la manipulación hacia las personas, haciendo uso de algún tipo de hechicería dentro de las iglesias.

“Y no es maravilla, porque el mismo Satanás se disfraza como ángel de luz” – 2 Corintios 11:14 (RV 1960).

La Biblia dice que el enemigo se disfraza de ángel de luz, pero dentro de una lucha espiritual ese no puede ser el único enfoque sobre como identificar al enemigo, ya que al igual que Dios tiene vasos de honra, satanás también tiene instrumentos que con sus palabras traen un sinfín de malestares a la vida de muchos, sobre todo la condenación.

La forma predilecta de que el enemigo opere es a través de la manipulación para dominar a las personas de una forma casi mágica a la que le llaman “la voluntad del hombre”.

“¡Oh gálatas insensatos! ¿quién os fascinó para no obedecer a la verdad, a vosotros ante cuyos ojos Jesucristo fue ya presentado claramente entre vosotros como crucificado?” – Gálatas 3:1 (RV 1960).

En la actualidad, un medio muy usado por satanás son las redes sociales, donde la gente vacía odio e incluso el enemigo lo usa para poder engañar a personas del mismo ministerio y sembrar los ataques para que los corazones sean engañados. Otro método es a través de la murmuración, en el caso de las iglesias comienza cuando existe el chisme y calumnias de la misma congregación hacia sus lideres espirituales, es entonces cuando hay dos tipos de canales para que comience el tipo de hechicería: el chismoso y el murmurador, uno no puede actuar sin el otro.

“Líbrame, oh Jehová, del hombre malo; Guárdame de hombres violentos. Los cuales maquinan males en el corazón, Cada día urden contiendas. Aguzaron su lengua como la serpiente; Veneno de áspid hay debajo de sus labios” – Salmos 140:1-3 (RV 1960).

Este tipo de maquinaciones a través de los hombres es una de las más terribles debido a que comienzan desde el corazón, sembrando la envidia, la murmuración, todo operando desde lo oculto, por lo que es necesario que estos planes sean llevados a la luz de Cristo para ser echados fuera en el nombre poderoso de Jesús. Parte de ello es que ese mismo mover del enemigo ha logrado entrar en las iglesias para que las personas tengan corazones perversos y usen armas espirituales de manera incorrecta, incluso para hacerle daño a sus enemigos o a una congregación entera.

Hay quienes oran para que cosas malas le sucedan a sus hermanos, pero todas esas oraciones incluso a Dios son en vano porque Dios es bueno y trae consigo todo lo honesto y todo lo puro, es por ello que las oraciones a Dios jamás podrán ser usadas para hacer el mal o causar daño. Cada día debemos esforzarnos por ser imitadores de Jesús y su capacidad para perdonar y bendecir a quienes le maldecían.

El mismo Evangelio manda a los creyentes a ser diferentes, a perdonar y amar a todos sin excepción; no hay cabida para sentimientos de rencor u odio de parte de dos personas que tienen que estar juntas sirviendo y adorando al mismo Dios.

Pareciera algo irreal determinar que la murmuración se ha convertido en una especie de cultura en toda Latinoamérica, teniendo espacio en hogares, familias e incluso en personas que han recibido una palabra de parte de Dios, pero se dejan usar por el enemigo para hablar de quienes no están presente. La murmuración es algo que en reiteradas ocasiones el Señor dejó en claro como algo que no le agrada.

“Seis cosas aborrece Jehová, Y aun siete abomina su alma: Los ojos altivos, la lengua mentirosa, Las manos derramadoras de sangre inocente, El corazón que maquina pensamientos inicuos, Los pies presurosos para correr al mal, El testigo falso que habla mentiras, Y el que siembra discordia entre hermanos” – Proverbios 6: 16-19 (RV 1960).

La murmuración es tan venenosa y contagiosa que muchas personas caen en el mismo patrón de criticar y condenar mostrando resistencia que cede cuando se identifica y se usan las armas espirituales correctas; por ello, es pertinente que podamos saber que realmente hay en poder en las palabras que decimos, porque hay quienes conocen a Dios, conocen su amor, pero prestan sus labios para murmurar en contra de su hermano, congregación, líder o incluso su pastor.

La hechicería no se limita a lo que comúnmente conocemos como santería y demás, sino que también empieza por esas acciones que traen consigo maldición para la vida de alguien e incluso familias enteras, pero el cristiano debe saber no hay nada que pueda contra la poderosa sangre de Jesús, la cual contrarresta toda maquinación del enemigo.

La división y la rivalidad entre los mismos hermanos provocan que el ambiente que trae el reino de Dios a cualquier lugar se convierta en algo hostil, y por tanto esto también debe ser identificado a fin de que los cristianos sepan a que se están enfrentando en cada batalla espiritual

“Cuando se juntaron contra mí los malignos, mis angustiadores y mis enemigos, Para comer mis carnes, ellos tropezaron y cayeron” – Salmos 27:2 (RV 1960).

“El que habita al abrigo del Altísimo Morará bajo la sombra del Omnipotente. Diré yo a Jehová: Esperanza mía, y castillo mío; Mi Dios, en quien confiaré. Él te librará del lazo del cazador, De la peste destructora” – Salmos 91: 1-3 (RV 1960).

La mejor solución para todo ello es que los cristianos puedan aprender a habitar dentro de la presencia de Dios, para que todo lo que en su carne pueda ser usado por el enemigo, sea transformado en una herramienta para glorificar al Señor. Es importante que el creyente pueda tener discernimiento de estas cosas y evitar la destrucción que el enemigo desea.

Hay quienes incluso usan el Evangelio para manipulación de otros, y entonces ya deja de ser el Evangelio como tal, porque el plan de Jesús no fue colocar o establecer rangos o niveles entre los hermanos en la fe y poder tener el control sobre ellos, y muchas veces ocurre que la siembra constante de estas acciones produce miedo en una congregación y a través de ello quienes son usados para el mal logran dominar incluso con dogmas, doctrinas y religión.

“En el amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa fuera el temor; porque el temor lleva en sí castigo” – 1 Juan 4:18 (RV 1960).

Uno de los mayores ejemplos de Jesús fue su humildad y mansedumbre, la cual es digna de imitar por cada creyente, y no aquella que con arrogancia se impone dentro de su propia sabiduría y talento. Para el cielo una persona es grande cuando aprende a ser humilde, y esa debe ser la meta del cristiano, para que cuando esta sea una de sus cualidades, también esté revestido de la gracia del Señor.

La humildad también es un arma poderosa dentro de la oración, algo que definitivamente no tiene el enemigo y que viene a robar de los creyentes; no permitas que el orgullo y la arrogancia deteriore el propósito y el llamado que Dios ha depositado en ti, incluso matrimonios y hasta congregaciones.

“Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas” -Mateo 11:29 (RV 19609).

Todas las iglesias deben aprender a caminar en humildad para poder derrotar las obras del enemigo, ya que la humildad en un corazón hace que esa persona esté en un nivel mucho más alto debido a su deseo de querer agradar a Dios, esa es la mejor cualidad que debe distinguir a un cristiano, y no el deseo de ser exaltado para recibir reconocimiento.

Todo lo que como personas y como creyentes podamos lograr no es por nuestra propia capacidad, sino por lo bueno que es Dios, que es un principio básico que todos deben saber y tener en cuenta siempre.

“y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz” – Filipenses 2:8 (RV 1960).

La gran oportunidad de poder desarrollar la humildad en el creyente es a través del servicio a Dios hacia quienes nos rodean, conocidos o no, ya que es por medio de esta acción que el corazón del creyente se mantiene conectado al cielo. Incluso, hay situaciones que llegan a ser injustas que ocurren con otros para que el Señor pueda moldear y proyectar la humildad que existe en tu corazón, a través de distintos métodos como las correcciones.

La humildad permite que las personas ya no les afecten las críticas, porque saben quienes son en Dios y cuales son sus frutos de acuerdo a su forma de vivir, el secreto está en como la misma humildad los lleva a reconocer que nada son sin Dios y puedan derramarse en Su presencia con esta misma actitud y poder testificar que esa misma humildad es tanto en público como en privado, y así vencer las luchas espirituales a las que está expuesto constantemente.

“Entonces dijo David al filisteo: Tú vienes a mí con espada y lanza y jabalina; mas yo vengo a ti en el nombre de Jehová de los ejércitos, el Dios de los escuadrones de Israel, a quien tú has provocado” -1 Samuel 17:45 (RV 1960).

Aquel que es humilde para el cielo es aquel que posee una gran herencia eterna, porque la humildad no es una apariencia sino una actitud del corazón, la misma que Jesús tuvo y por la que fue atacado por los fariseos y religiosos.

En este tiempo, Dios necesita corazones sencillos, humildes y llenos de Su gracia que sean capaces de arrepentirse las veces que sean necesarias y desarrollar una persistencia en ser cada día más como Jesús y menos como su naturaleza humana.

La mejor forma de combatir al enemigo es no permitiendo que el temor que el miedo se apodere de nuestro corazón, en cambio debemos desarrollar la fe que nos permite ser libres.

“Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro” – Hebreos 4:16 (RV 1960).