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Servicio de oración

Pastora Rebeca de Bertucci

Martes 15-02-2022

 

 

Gálatas 2:20: “Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí”.

Jesús se subió voluntariamente a la cruz, y lo hizo para sanarnos y limpiarnos, así que ya la enfermedad no se puede apoderar de nuestras vidas; no nos dejemos acorralar por el enemigo quien nos quiere hacer creer que algo muy malo nos va a pasar, ni que el temor se anide en nuestro corazón, cuando toque a nuestra puerta, digámosle: “Con Cristo estoy juntamente crucificado”. Satanás quiere recordarnos las debilidades que tenemos, pero dice la Palabra en Colosenses 2:14-15: “anulando el acta de los decretos que había contra nosotros, que nos era contraria, quitándola de en medio y clavándola en la cruz, y despojando a los principados y a las potestades, los exhibió públicamente, triunfando sobre ellos en la cruz”.

Jesús sacrificó todo por nosotros, eso nos debe llevar a seguirle con determinación, y como consecuencia vendrá la bendición y nos alcanzará (Deuteronomio 28:2). Si le hemos fallado a Dios, volvamos a levantarnos, porque mayor es el que está con nosotros, así que no permitamos que nada nos persuada de dejar a nuestro Señor, porque somos propiedad exclusiva de Él, hijos suyos y esclavos de su amor, así que vivamos siempre para Él. Claro está, que el enemigo siempre va a tratar de impedir que conquistemos nuestra victoria y milagros, pero ya Dios lo hizo, así que nos lloverán muchas bendiciones.

Por medio del sacrificio de Jesús podemos acceder a los milagros, a la sanidad y a la gloria, esto hará que nos convirtamos en portadores de milagros, dice la Palabra que “pondrán sus manos sobre los enfermos y ellos sanarán” (Marcos 16:18), porque el fuego de Dios en nuestras vidas lo provocará. Nuestra mente pequeña y limitada no entiende la gran explosión de la gloria que se está gestando sobre nuestras vidas y familias, por eso hoy necesitamos entender hacia donde estamos caminando, porque no somos de los retroceden (Hebreos 10:39), caminamos como nuestro Rey de gloria, que aun cargando una pesada cruz no miró atrás, sino al frente por amor a nosotros.

Si hay algo que nos da estabilidad en medio de la tormenta, es conocer a Jesús, tener nuestros pies cimentados sobre la Roca, que es Cristo Jesús, de allí nada ni nadie nos puede mover ni separarnos. No estamos parados sobre la derrota, sino en Cristo Jesús y Él no nos va a soltar ni a desamparar, porque prometió estar con nosotros todos los días hasta el fin del mundo, solo debemos confiar porque estas tribulaciones momentáneas van a pasar.

En muchas oportunidades Dios tendrá que quitarnos algunas cosas que nos llenan de orgullo, porque Él es el único que merece toda gloria y honra, y la Biblia dice que nuestros ojos deben estar puestos en Él (Hebreos 12:2). No retrocedamos en los que estamos creyendo, aunque sintamos que el enemigo se nos para en frente, avancemos con fuego en el corazón. Cuando los diagnósticos son contrarios, la fe nos viene con mayor abundancia, y mientras el milagro llega sigamos sirviendo a Dios, echando nuestras cargas sobre Él, porque no estamos solos en la batalla, tenemos un abogado que nos defiende y que ya ganó el caso. No perdamos la fe porque Dios peleó por nuestro milagro, así que llenemos el corazón de esperanza; y cuando lo recibamos, no nos olvidemos de donde fuimos sacados y de quienes oraron por nosotros.

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