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Servicio de oración

Pastor Francisco Barrios

Martes 23-11-2021

Juan 15: 1-7: “Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el labrador. Todo pámpano que en mí no lleva fruto, lo quitará; y todo aquel que lleva fruto, lo limpiará, para que lleve más fruto. Ya vosotros estáis limpios por la palabra que os he hablado. Permaneced en mí, y yo en vosotros. Como el pámpano no puede llevar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí. Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer. El que en mí no permanece, será echado fuera como pámpano, y se secará; y los recogen, y los echan en el fuego, y arden. Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid todo lo que queréis, y os será hecho”.

Debemos aprender que aquello que recibimos de Dios es lo que percibimos de Él, si creemos que Dios es castigador o que no oye nuestras oraciones, entonces nos vamos a sentir abandonados en el tiempo de prueba; es importante como vemos a Dios y más cuando nos sentimos derrotados. Muchas veces, solo vemos nuestro pecado y como nuestra única percepción es esa, la trasladamos a Dios, llegando a creer que Dios nos mira con el mismo desprecio con el que nos miramos nosotros.

Dios nunca nos ha visto como fracasados, Él ve en nosotros a personas procesadas para algo más glorioso, y solamente nosotros nos podemos sacar de las manos de Dios. Cuando conocemos a Jesús y nos unimos a la vid, seremos cortados por Él para así poder llevar fruto; Jesús usa las fallas, los fracasos y el pecado para mejorarnos. Si enfrentamos las adversidades con esa perspectiva, entonces podremos salir en victoria.

Romanos 8:28: “Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados”.

Dios tiene el poder de convertir tragedias en victorias, y Él siempre nos va a procesar para llevarnos a un nuevo nive; aun cuando pueda doler, es Dios quitando todo peso de nuestras vidas para poder elevarnos. Debemos confiar ciegamente en Dios durante los procesos, porque Él está al control y eso es parte del camino al éxito.

Jamás seremos desechados por Dios, al contrario, Él nos llama a perseverar en su presencia mientras vivamos el tiempo de aflicción. Si logramos mantenernos en confianza y declarando la palabra de vida, Jesús nos promete entregarnos todo lo que pidamos; cada proceso nos prepara para llevar más frutos, nos da carácter para recibir las bendiciones y nos hace crecer en lo espiritual.

Debemos aguantar el proceso, resistir los ataques del enemigo que intenta ponernos en contra de Dios, porque nada de lo que nos ha pasado es para destruirnos o alejarnos, es para generar un mayor peso de gloria en nuestra vida. Por temporadas seremos cortados y podados, pero luego llegará el tiempo de cosechar los frutos de nuestra aflicción, debemos prepararnos para la temporada de la cosecha y llenarnos de fe, confianza y esperanza en Dios.

Para Dios no existen los cristianos fracasados, solo los procesados, Él le está dando forma a nuestro llamado y a nuestro carácter. Creamos que todo lo que sucede es para mejorarnos y que enfrentemos la vida con una perspectiva, de que pase lo que pase, Dios siempre convertirá todo en algo mejor para nosotros.