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Servicio de oración

Pastor Francisco Barrios

Martes 09-11-2021

Efesios 6:18: “Orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu, y velando en ello con toda perseverancia y súplica por todos los santos”.

La oración es una necesidad para el creyente, aún más en los tiempos de pandemia que vive el mundo actualmente. La oración es un escudo alrededor de nuestras vidas, y también es un arma para romper cadenas, sin embargo, algo que le quita poder a nuestra oración, es el enojo hacia Dios.

Hay creyentes que se encuentran enojados con Dios por no darle lo que ellos están esperando, porque las cosas no salieron como querían o porque su oración no ha sido respondida. El enemigo va a intentar que nos decepcionemos de Dios, porque la decepción trae enojo, y cuando nos enojamos nuestra oración no puede llegar al Cielo. Una persona que alberga decepción y enojo en su corazón no cree que Dios pueda cumplirle su milagro.

Hebreos 11:6: “Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan”.

El enojo derrumba nuestra fe. La Biblia establece que quien ora debe creer que Dios lo escucha, y quien vive enojado con Dios no cree en su cuidado. Nos molestamos con Dios porque nuestra esperanza es destruida, aunque debemos recordar que la fe no solo es evitar la prueba, también es para atravesarla y salir en victoria.

Salmos 91:15: “Me invocará, y yo le responderé; con él estaré yo en la angustia; Lo libraré y le glorificaré. Lo saciaré de larga vida, y le mostraré mi salvación”.

Cuando una persona atraviesa por un proceso de luto, después de haber orado por la sanidad de ese familiar, el diablo intentará generar enojo en su corazón y lo atacará con pensamientos negativos hacia Dios. Aunque, no podemos olvidar que algunas veces debemos pasar por la angustia para ser procesados, y que mientras caminemos por el valle de sombra Dios siempre nos va acompañar.

Jonás 4:4-5: “Y Jehová le dijo: ¿Haces tú bien en enojarte tanto? Y salió Jonás de la ciudad, y acampó hacia el oriente de la ciudad, y se hizo allí una enramada, y se sentó debajo de ella a la sombra, hasta ver qué acontecería en la ciudad”.

Jonás estaba tan enojado con Dios por salvar a sus enemigos que no era capaz de ver el plan de salvación y amor que Dios tenía con Nínive. No podemos dejar que el enojo nos aleje de Dios, debemos entregar a Él todo dolor para poder ver que sus planes son mayores que los nuestros, y así podamos recuperar la fe y nuestra oración sea respondida.